miércoles, 26 de marzo de 2014

MUCHAS VIDAS,MUCHOS MAESTROS ADELANTO/25/03/2014

Por la época en que ella inició la terapia,8 su relación con Stuart iba por el sexto año y aún conservaba todo su vigor, aunque no marchara bien. Catherine no podía resistirse a él, aunque la trataba mal y la enfurecía con sus mentiras, sus manipulaciones y sus promesas rotas.Varios meses antes de su entrevista con el, Catherine había sufrido una operación quirúrgica de las cuerdas vocales, afectadas por un nódulo benigno. Ya estaba ansiosa antes de la operación, pero al despertar, en la sala de recuperación, se encontraba absolutamente aterrorizada.El personal de enfermería se esforzó horas enteras por calmarla.Después de reponerse en el hospital, buscó al doctor Edward Poole. Ed era un bondadoso pediatra a quien Catherine había conocido mientras trabajaba en el hospital. Entre ambos surgió un entendimiento instantáneo, que se fue convirtiendo en estrecha amistad. Catherine habló francamente con Ed; le contó sus temores, su relación con Stuart y su sensación de estar perdiendo el control de su vida. Él insistió en que pidiera una entrevista el, personalmente, no con alguno de mis asociados.Cuando Ed la  llamó para ponerme al tanto de ese consejo, agregó que, por algún motivo, le parecía que sólo el podía comprender de verdad a Catherine, aunque los otros psiquiatras también tenían una excelente preparación y eran terapeutas capacitados. Sin embargo, Catherine no lo llamo . Pasaron ocho semanas. Como el trabajo de  jefe del departamento de Psiquiatría me absorbe mucho, olvido la llamada de Ed. Los miedos y las fobias de Catherine empeoraban. El doctor Frank Acker, jefe de Cirugía, la conocía superficialmente desde hacía años y solía bromear con ella cuando visitaba el laboratorio donde trabajaba. Él había notado su desdicha de los últimos tiempos y percibido su tensión. Aunque había querido decirle algo en varias oportunidades, vacilaba. Una tarde, mientras iba en su coche a un hospital apartado donde debía dar una conferencia, vio a Catherine, que volvía en su propio automóvil a casa, cercana a ese pequeño hospital. Siguiendo un impulso, le indicó por señas que se hiciera a un lado de la carretera. y le dijo  —Quiero que hables ahora mismo con el doctor Weiss —le gritó por la ventanilla—. Sin demora.

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