Aunque los cirujanos suelen actuar impulsiva mente, al mismo
Frank le sorprendió su rotundidad.Los ataques de pánico y la ansiedad de Catherine iban siendo
más frecuentes y duraban más. Empezó a sufrir dos pesadillas recurrentes. En
una, un puente se derrumbaba mientras ella lo cruzaba al volante de su
automóvil. El vehículo se hundía en el agua y ella quedaba atrapada, ahogándose. En el segundo
sueño se encontraba encerrada en un cuarto totalmente oscuro, donde tropezaba y
caía sobre las cosas, sin
lograr hallar una salida.Por fin, fue a verlo.Durante la primera sesión con Catherine el no tenía la menor
idea de que su vida estaba a punto de trastrocarse por completo, de que esa
mujer asustada y confundida,
sentada frente al escritorio, sería el catalizador, ni de
que el jamás volvería a ser el mismo. Pasaron dieciocho meses de psicoterapia intensiva; Catherine iba a verlo una o dos veces por semana. Era buena paciente: verbalmente expresiva,
capaz de penetrar en lo psíquico y muy deseosa de mejorar. En ese tiempo exploramos sus sentimientos, sus ideas y sus
sueños. El hecho de que supiera reconocer los patrones de conducta recurrentes le
proporcionaba penetración y entendimiento. Recordó muchos otros detalles importantes de
su pasado, tales como las ausencias de su padre, que era marino mercante, y sus
ocasionales arrebatos violentos después de beber en exceso. Comprendía mucho mejor
sus relaciones turbulentas con Stuart y expresaba el enojo de manera más
apropiada. En su opinión, por entonces debería haber mejorado mucho. Los pacientes
mejoran casi siempre cuando recuerdan influencias desagradables de su pasado,
cuando aprenden a reconocer y corregir patrones de conducta inadaptada y
cuando desarrollan la capacidad de ver sus problemas desde una perspectiva más
amplia y objetiva. Pero Catherine no había mejorado.
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